Ha
pasado el tiempo. Lo más normal sería que hubieses dejado de importarme, que no
fueras nada. Que todos esos ratos o esas llamadas fueran historia. Que no
quedase nada de aquellas tardes o de esas verdades que me decías que ahora veo
tan lejos. Lo lógico e improbable en este caso, sería que me hubiese olvidado
de ti. De tu sonrisa, tu carácter, tu orgullo, tu mirada, tus tonterías, tu
forma de ser. De los momentos que pasamos juntos, de esas risas, de nuestras
canciones, o de tus cartas. Lo que pasa, es que no le veo sentido. No sé por
qué, pero no puedo. No se supera todo eso tan rápido. Nadie puede decir,
"ahora te olvido", y ya está. Eres importante. Me ayudaste cuando lo
necesité, y me sonreíste cuando menos me apetecía reír, pero sin embargo cuando
más me alegraba. Me llamabas tanto que si un día no hablaba contigo de todas
esas chorradas, pensaba que te había pasado algo. Eras mi segundo yo, mi otra
parte. Si me pasaba algo, no necesitabas más que una mirada para saberlo. Era
todo tan, no sé, no puedo escribirlo. Pero decidiste que se acabará. Y así fue,
se acabó. Y no hay día en que no me acuerde de todas esas cosas. Es cierto, no
hay día en que no me acuerde de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario